sábado

- Crees que llegará el momento ideal? - preguntó. 
Yo sabía de que hablaba. Me levanté y fui a sentarme en el borde de su cama.
La brasa del cigarrillo le iluminaba el rostro de vez en cuando. Me apretó la mano y estuvimos asi unos intantes. Después le acaricié los cabellos. 
- No deberías preguntar - respondí -. El amor no hace muchas preguntas porque si empezamos a pensar, empezamos a tener miedo. Es un miedo inexplicable, y no vale la pena intentar traducirlo en palabras.
"Puede ser el miedo al desprecio, a no ser aceptada, a quebrar el encanto. Parece ridículo pero es así. Por eso no se pregunta, se actúa. Como tu mismo has dicho, tantas veces, se corren riesgos.
- Lo sé. Nunca había preguntado.
- Ya tienes mi corazón -respondí, fingiendo no haber oído sus palabras-. Mañana puedes partir, y recordaremos siempre el milagro de estos días; el amor romántico, la posibilidad, el sueño.




Correr riesgos, arriesgarse, jugársela, hacer lo que uno cree que es lo correcto, lo que uno siente correcto. Animarse, sin pensar en lo que pueda pasar. Tirarse a la pileta. 
Debería hacer eso, deberíamos hacer eso todos. 
Mi pileta no tiene agua y yo me sigo tirando una y otra vez. 
Abrir los ojos.
No me quiero lastimar más.

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